Chile, 1983
Franco Casadio entrelaza su pasión por la naturaleza con su expresión artística, creando obras que no sólo embellecen, sino que invitan a la reflexión y al cuidado del mundo que nos rodea.
Criado en el sur del continente americano, creció rodeado de paisajes impresionantes: bosques y selvas con árboles únicos, como las araucarias, desiertos que florecen repentinamente en el norte, y campos de trigo y frutales bordeados por álamos.
Fue su padre quien lo enseñó a observar y amar la biodiversidad que los rodeaba. Juntos, emprendían excursiones a la cordillera, la costa y, especialmente, a los bosques nativos, donde Franco descubrió la belleza de los árboles milenarios y la magia de los ecosistemas intactos.
Este profundo vínculo con la naturaleza llevó a Franco Casadio a explorar no sólo su país natal, sino también otros rincones del continente. En Oaxaca quedó tan maravillado por la diversidad de sus paisajes, que la exuberancia de la flora y la fauna lo inspiraron para plasmar su visión artística.
Sus obras reflejan la riqueza de los ecosistemas: bosques de pinos, manglares, selvas, pastizales y manchones de vegetación que se reflejan en el agua. Este elemento, ya sea en calma o en movimiento, es un componente esencial en su arte, actuando como un espejo que revela otra dimensión del mundo natural.
A través de sus cuadros, este artista además de celebrar la vida en toda su diversidad, aborda temas como el deterioro y la fragilidad de los grandes ecosistemas. Sus pinturas están llenas de color y vitalidad, al tiempo que transmiten un mensaje sobre la importancia de preservar la naturaleza y los peligros que ésta enfrenta.
Franco Casadio dio sus primeros pasos en la pintura a los 12 años en la Fundación Claudio Arrau, en Santiago de Chile. Más tarde, estudió Ecología y Paisaje en la Universidad Central de Chile, donde profundizó su comprensión de la relación entre el ser humano y el medio ambiente.
Dicha formación le permitió apreciar aún más las formas, colores y texturas que la naturaleza ofrece, así como la interdependencia entre los seres humanos y su entorno. Sin embargo, como sucede con muchos artistas, dejó temporalmente su talento artístico para dedicarse a otros estudios y profesiones.
Tras establecerse como acupunturista en Oaxaca, la pandemia lo llevó a retomar los pinceles y a reencontrarse con su pasión por el arte.
Aunque su trayectoria artística es principalmente autodidacta, ha desarrollado una técnica sólida basada en el óleo. Este medio le brinda la libertad de trabajar con pausa, explorando texturas, mezclando colores y combinando pinceladas gruesas y finas.
A través de su paleta, invita al espectador a sumergirse en la profundidad de sus obras, ya sea para contemplar la naturaleza o para reflexionar sobre la esencia de la vida.
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