De familia chontal y zapoteca, Moreno 22 vivió en la región oaxaqueña del Istmo de Tehuantepec hasta los 17 años. Lo marcó la esencia de la clase trabajadora, como su abuelo campesino, la convivencia con los animales, en especial con los caballos, la fisonomía de su gente, su cultura… todo aquello que plasma en sus obras.
Este artista empezó contando su historia de niño, con papel y lápiz. Durante años se olvidó de ello para concentrarse en estudiar Turismo en Oaxaca y en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México. Fue guía de turistas y migró a Estados Unidos.
De regreso en Oaxaca, en 2007 conoció al maestro Alejandro Santiago, luego a Francisco Monterrosa, y se reencontró con un mundo del que ya no ha salido. Sin embargo, fue hasta que enfermó gravemente de COVID en 2022 cuando entendió que su camino era el arte. Entre revelaciones y sueños decidió dedicarse a pintar, a expresarse, a ser un transmisor y a prismatizar la vida, como él lo llama.