Didier López dice que pinta lo habitual, las minucias que hay en su ambiente cotidiano; sin embargo, no lo hace de una manera habitual. Su pintura lírica, rítmica e irónica la dibuja con pincel y crayón de pastel, creando formas amorfas de colores tan istmeños, que revelan sus orígenes en Ciudad Ixtepec, Oaxaca.
Siendo niño, durante constantes visitas a la Ciudad de México uno de sus primos lo llevaba a recorrer museos: el Tamayo, el de Arte Contemporáneo, el Soumaya, la Casa de la Cultura… Infinidad de obras lo deslumbraron, despertando en él las infinitas posibilidades del mundo de la plástica. Entonces supo que lo que le importaban eran las imágenes y las palabras.
Años después, Didier López se mudó a la capital mexicana para estudiar filosofía y letras en la UNAM, pero dejó la carrera para regresar a tierra oaxaqueña y cursar diseño gráfico en la Universidad Mesoamericana Oaxaca.
Sus imágenes figurativas, predominantemente de mujeres, presentan rostros sensuales, llenos de emociones y símbolos, que dialogan con el espectador. Un trabajo que ha sido expuesto de manera colectiva e individual a nivel nacional desde 1997.