Aunque quería ser cocinero y, de hecho, trabajó mucho tiempo en cocina, Federico Valdez cambió de idea y optó por dedicarse al grabado y la pintura. Originario de la Ciudad de México, pero de padres juchitecos, ha vivido más de la mitad de su vida en Oaxaca, donde se interna en arte abstracto.
“Es muy pesado el trabajo en cocina. Entonces dije estudiaré otra cosa, y la otra cosa que me llamaba mucho la atención era la pintura. Yo quería entender el arte abstracto, saber por qué era tan valorado o apreciado. Por qué se decía ‘eso lo puede pintar un niño’, y por qué era tan valorado cuando una persona adulta lo hacía”, comenta.
“Me volaba la cabeza Rothko. Dentro de lo abstracto es de lo más increíble que puede haber: simples manchas de pintura que dicen un montón de cosas, ¿no?”, agrega Federico Valdez.
Al estudiar bellas artes, este artista aprendió técnicas de grabado, pintura, cerámica y dibujo. En la universidad le enseñaban un estilo figurativo que entendía y se le facilitaba hacer. Sin embargo, lo abstracto no lo encontraba por ningún lado y tuvo que estudiarlo de manera autodidacta.
“Básicamente el arte abstracto es un camino de libertad. Después de todo, te das cuenta de que todo el arte es casi casi la misma cosa. Es un proceso que tienes que entender, observar, practicar, y si no lo dejas de hacer en algún momento te va a liberar por algún lado, sea la música, la fotografía, el dibujo, la pintura, el grabado. Yo lo entendí así, como un proceso”, asegura.
Federico Valdez y su infancia figurativa
Tras terminar la carrera en Bellas Artes, Federico Valdez empezó a pintar en un estilo abstracto. No obstante, sintió que sus ideas aún debían madurar, y le hizo caso a un amigo: regresó a lo figurativo, dibujando sobre placas de grabado.
“Encontré el MDF, que me facilitó bastante seguir practicando la técnica. Empezó a fluir mi dibujo sobre ese material, sobre el huecograbado o fotograbado. Entonces me regresé a lo que sabía hacer, a lo académico por así decirlo, y comencé a dibujar otra vez”, explica.
A partir de ahí, Federico Valdez construyó dos líneas de trabajo. La primera relacionada con un grabado más figurativo, más técnico y más cargado en la composición, con temas que a él le resultaban familiares.
“Yo veía tehuanas, pero eran mis tías porque mis vacaciones eran a Juchitán siempre. Trataba de hacer un lenguaje propio hablando de mí, entonces retomaba elementos de aquí, de allá. La gente lo veía como que yo hablaba de tradiciones, pero en realidad hablaba de mi infancia. Temáticamente trabajo el amor, la infancia, la inocencia, la familia. También una parte social, que casi no experimento, pero que en algunos trabajos ha salido, como la migración”, dice.
Una apuesta por el arte abstracto
La otra línea de trabajo de Federico Valdez, inevitablemente, se inclina al arte abstracto. Un estilo que retomó durante el confinamiento por Covid, ante la sensación de que su línea figurativa se estaba agotando.
“Trato de huir de lo técnico, de ser un poco más expresivo y orgánico con el material. Estuve trabajando xilografía con un dibujo de línea suelta hecho con cuchillas, pero no me permitía avanzar tan rápido y tenía ideas que a veces hasta se perdían”, recuerda.
De esta forma, aprendió a hacer monotipo en vidrio con extracción de tinta. En él plasmaba un dibujo más suelto, más expresivo, hecho con puntas, con ramas… para lograr efectos que no necesariamente debían ser perfectos.
Además, Federico Valdez se inclinó hacia el estilo ignorant del graffiti. Es decir, trataba de dibujar como si no tuviera conocimiento de técnicas ni de estilos.
“El ignorant no es ni figurativo ni lúdico, sino un dibujo más torpe, que no tiene que ver con lo infantil pero tampoco con lo naive. Eso me gusta mucho y es el tipo de dibujo que estuve buscando, trayendo temas que hacía en el fotograbado, como la inocencia, pero un poco más oscura”, indica.
En su opinión, el monotipo se apega más a la pintura que al grabado porque es una pieza única. Y debido al satinado que da la tinta y la impresión de relieve cuando se pasa por el tórculo.
“Yo trabajo en series. Las piezas funcionan por separado, aunque la serie completa dice más de la idea que estaba buscando en el momento. Por más que traigas una idea en la cabeza, cuando lo vienes a hacer va a ser otra cosa. A mí me pasa así; yo lo que quiero es encontrarme con algo, ser un poco más expresivo”, concluye Federico Valdez.