Armando Guerrero

Ciudad de México, 1968

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Como la gran mayoría de los niños, Armando Guerrero dibujaba y creaba figuras con plastilina; como pocos, nunca dejó de hacerlo. Actualmente es uno de los pintores más famosos de Oaxaca. 

En su iniciación artística influyó su madre, quien lo llevaba a museos, conciertos y obras de teatro. Tenía 14 años cuando conoció a David Alfaro Siqueiros y empezó una carrera reconocida a nivel internacional.

Su obra abarca desde lo abstracto hasta lo clásico, con una amplia variedad de materiales, ya que también se interesa en el video, el grafiti, el performance… Sin embargo, desde que Armando Guerrero pintó siete árboles a manera de retrato de Sor Juana Inés de la Cruz y sus enigmas, el árbol es su distintivo, su obsesión.

“Pinto otras cosas, pero siempre regreso al árbol. Ya no como una idea sino como una obsesión”, le dice a la prensa.

Este artista que llegó a Oaxaca en la década de 1990 sabe que haber encontrado su “línea” —el árbol— ha impulsado su éxito, pero también tiene claro que ello mismo podría convertirse en una limitante. Por ello, explora todos los caminos posibles que le permitan expresarse. Es así como logra estar satisfecho con su trabajo.

pintura

Escultura

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