Originario de San Cristóbal Suchixtlahuaca, Oaxaca, Carlos Bazán plasma en sus obras las historias y leyendas de la región mixteca, donde el hombre y la naturaleza coexisten en equilibrio cósmico.
En ese entorno, que es su vida diaria, siendo adolescente fue consciente de su interés por dedicarse al arte. Así, en 2008 participó en un taller impartido por el maestro español Enrique Martorell en la casa de cultura de San Pedro y San Pablo Teposcolula.
Sus series de pinturas Taquicardia, Mares lunares, Infinito, Árbol de la vida, Nahuales y Trotamundos han sido expuestas al público desde 2013. De ello son testigos, Monterrey, Mérida, Durango, Guadalajara, Cancún, Cozumel, Ciudad de México, Puebla, Chihuahua, Querétaro, Barcelona, Paris, Los Ángeles, Laguna Beach, San Diego, Chicago y Miami.
La lógica de la obra de Carlos Bazán tiene que ver con las impresiones. Nos conduce por un “ecolorido” o ecosistema del color que está en la tierra, y que su variedad, apretujada, es su riqueza más profunda. Buscando en los escondrijos de la imaginación, lo que nos quiere decir es que todo es uno.