Lo que desde 1994 Esteban Urbieta explora con su obra, diversa y experimental, es la relación entre los hombres, los animales y la naturaleza, inspirado en el folclor de su natal Juchitán de Zaragoza.
El árbol, como símbolo de la familia, es parte central de una obra colorida que trabaja con pigmentos, cabello, barro, papel, yute e hilo de hamaca. A la mujer, como nave que lleva la vida, la plasma fecunda, rodeada siempre de un vórtice de peces y aves.
A través de la pintura, Esteban Urbieta se sensibiliza y entiende el valor de la vida. Por esa razón no se queda con una sola técnica, sino que experimenta. Lo mismo ocurre con los materiales, un día son lienzos comunes con bastidores, y otro día papel, periódico, cartón.
Esteban Urbieta se ha manifestado ya no como un hombre zapoteco sino como un hombre universal, el artista que podrá hablar a otros de diferentes latitudes porque ha conectado a la fibra humana que unifica.