Francisco Toledo, uno de los artistas más influyentes que ha tenido Oaxaca, conjugó colores, formas, texturas, volúmenes y seres fantásticos en una inmensa obra reconocida a nivel internacional. Se caracterizó por ser independiente, irreverente, provocativo y transgresor
Orgulloso de sus raíces juchitecas, los suyos son universos con vitalidad propia, nacidos de una creatividad vinculada al mito, la magia y las tradiciones mexicanas. Un imaginario que fue nutriendo y consolidando como discípulo de Arturo García Bustos, al estudiar en el Taller Libre de Grabado de la Escuela de Diseño y Artesanías del Instituto Nacional de Bellas Artes y durante sus estancias en Europa y Estados Unidos.
Pintor, grabador, ceramista, Francisco Toledo exploró todas las técnicas y materiales para producir más de 9 mil obras. Le preocupaba repetirse, pero no podía evitar remitirse a los animales y los sueños de su infancia.
Su trabajo forma parte de las colecciones de importantes museos nacionales y extranjeros, como el Museo Tamayo, el Museo de Arte Moderno, el Museo Universitario Arte Contemporáneo de la UNAM, el MOMA de Nueva York y el Museo de Arte Moderno de Filadelfia.
Incansable promotor cultural, activista, filántropo y defensor de los derechos humanos y las lenguas indígenas, también es reconocido por crear instituciones y proyectos vanguardistas, para beneficio de la comunidad oaxaqueña, principalmente.