Originario de Santiago Suchilquitongo, Honorio Cruz proviene de una familia de campesinos. Por la necesidad de salir adelante, a los 15 años dejó sus estudios y se dedicó a la carpintería. Sin embargo, el destino lo acercó a Alejandro Santiago, quien lo invitó a trabajar en el proyecto 2501 Migrantes.
Mejor maestro no pudo tener. Honorio Cruz aprendió de Santiago a trabajar con barro y posteriormente con cerámica. Más tarde, Javier Cervantes lo instruyó en el manejo de engobes para dar color a las piezas.
El interés por seguir aprendiendo llevó a Honorio Cruz a ser parte del Taller los Alacranes, de Adán Paredes, por seis años. Igualmente, se formó con Jorge González Velázquez, Graciela Óleo y Gustavo Pérez.
Con sus seres míticos presentó su primera exposición individual en 2009. A partir de ahí, los ha llevado a diversas partes de la República e incluso a Portland, Oregón.
En 2015 Honorio Cruz cofundó el taller Atanor con la pintora Ivonne Kennedy, y en 2018 abrió su propio taller de cerámica, El Tecolote, en Santiago Suchilquitongo, lugar que lo ha visto crecer también de manera artística.