Para José Jiménez, los íconos mexicanos deben representar quiénes somos, habitantes de un extenso país alegre y fiestero. Sin miedo a los colores intensos, contrastantes, su obra comunica, transmite y remite al corazón de México a través de la lucha libre, las calendas y chinas oaxaqueñas, las piñatas y la Virgen de Guadalupe, entre otros elementos de la cultura popular.
Este joven nacido en Oaxaca de Juárez representa la cosmovisión mexicana, imprevista e imprevisible, con pequeños murales en lienzos que cuentan fragmentos de la historia. Ofrece así, un conjunto orgánico y un recorrido único que abre al espectador al conocimiento de una cultura viva.
A partir de 2017, cuando fue invitado a participar en un simposio internacional en Senegal, José Jiménez sintió el deseo de trabajar con un lenguaje sencillo que le permitiera encontrarse con los demás y compartir, mismo que se ha convertido en su sello particular.
Este artista, que empezó a hacer acuarelas a los 3 años de edad y a los 9 ya había realizado su primera exposición individual en el Museo del Ferrocarril con ayuda de sus maestros, fue alumno del pintor Alfonso Carrera y en 2010 abrió el Taller José Jiménez.