Originario de Juchitán de Zaragoza, Víctor Orozco es conocido como Víctor Chaca por el vocablo zapoteco cha’ca, que significa enamorado, seductor, mujeriego y pájaro carpintero. Se ha desarrollado en pintura, grabado y escultura desde los 12 años, cuando tuvo conciencia de que las artes serían su oficio. “Como un sueño me llegó, y a lo mejor suena un poco exagerado, pero desde ese momento dije esa debe ser mi vida”, recuerda.
Orgulloso por ser un nativo zapoteco, en los años setenta comenzó a exponer y vender sus obras en una colectiva del Auditorio Nacional y en galerías de la Zona Rosa, en la Ciudad de México.
Alejado de los reflectores del mundo del arte, Víctor Chaca prefiere concentrarse en sus obras oníricas, marcadas por las tradiciones de su tierra y mitos prehispánicos. Entre sueños, mañas, leyendas, espátulas y pinceles aprendió a perseguir la luz, sus fugas y filtraciones.
Usando la pintura y la escultura como herramienta para responder grandes preguntas, ha expuesto en México y Estados Unidos.