Los paisajes de César Mendoza son ilusión. Construcción subjetiva del paraíso y anhelo por abstraernos del caos cotidiano. Este creador deja de manifiesto que el arte es tabla de salvación y cuerda de nuestra profunda espiritualidad, pero también nos dice de algún modo que el arte es lección, contemplación y terapia.
Después de la jornada nos ofrece regocijo visual y es mágico trampolín hacia mundos inesperados. Esta es su vena creativa: el paisaje como proyección anhelante y perspicaz remanencia de la cultura histórica del género que hunde sus mejores raíces en el impresionismo alemán.
Originario de la ciudad de Puebla, César Mendoza tuvo su formación artística con el maestro Raúl Luna Estrada y en el Instituto de Artes Visuales de Puebla. Pintor y grabador, ha estudiado incluso técnicas antiguas y de conservación de obra del siglo 15 en adelante.
Al incursionar en el surrealismo con independencia y nuevos argumentos, brinda lienzos que alcanzan atmósferas tan inmensas como profundas. Libertad, anhelo y nostalgia son los ingredientes con los que construye sus horizontes. Por esa razón es larga su trayectoria de exhibiciones individuales y colectivas en México.