La vasta producción de María Sandoval (Peñas Negras, Villa de Tututepec, Oaxaca, 1971) obedece a la necesidad de crear. Esta necesidad de creación deviene en una disciplina que le sirve de refugio. Sus obras son el resultado de un trabajo arduo, cuenta con más de veinte años de experiencia como pintora, ejerciendo el oficio; sin embargo, recién decide firmar y asumirse como artista.

Sus piezas existen porque han resistido. Su obra busca encantar al espectador, causarle alegría, de ahí vienen sus temas predilectos inscritos dentro de la vasta cultura oaxaqueña. Este “encantamiento” está pensado para dialogar con el espectador, transfiriéndole las emociones que la artista plasma en su obra. El origen de las pinturas de María Sandoval se encuentra en el profundo amor que le tiene a sus hijos, su motor.

Las obras de María Sandoval, la mayoría gouache y óleos, son el resultado de resiliencia. Este proceso creativo no sólo culmina en la creación de las obras, sino que también es la herramienta de un crecimiento personal; en su creatividad encuentra la oportunidad para reconstruirse, renovarse y celebrar su existencia (y la de los demás). Con la intención de tener una serie de cómplices en los propios espectadores, los invita a sumergirse en cada mancha, línea y trazo que hace, compartiéndoles la experiencia
de pintar con el corazón.

A través del arte convertimos nuestras cicatrices en obras, encontrando significado incluso en las experiencias más dolorosas; este proceso además de sanarnos nos empodera. La resiliencia no es simplemente la habilidad de superar adversidades, es un acto de resistencia.