Ezequiel Ortega crea obra gráfica fuera de lo común

Ezequiel Ortega no estudió arte, ha aprendido su oficio de manera instintiva y empírica, ya que dibuja desde que tiene memoria. Siempre con un lápiz y un papel en la mano, pronto comprobó lo que le advirtieron: “Si quieres vender pinta, haz un grabado, una escultura, pero no dibujes”. De esta forma, se inclinó por la gráfica.

“Mi relación con la gráfica empezó en 2011, cuando llegué a Oaxaca y trabajé como ayudante del maestro Alejandro Santiago. Él fue el primero que me pasó una placa de metal; me dijo ten, hazte un grabado, y empecé a pulir esa placa”, comenta este artista nacido en Ciudad Ixtepec.

La primera obra gráfica de Ezequiel Ortega es un autorretrato titulado No pasar, en el que no hay grises. Todo está hecho a base de líneas, bajo influencia directa de Rembrandt. A partir de ahí, empezó a desarrollar diferentes temáticas: autorretrato, animales, desnudo, guerra, migración… como reflejo de lo que vive.

Sus desnudos hablan de su interés en la carnalidad y la escuela inglesa con artistas como Lucian Freud, sus obras bélicas remiten a lo escuchaba de niño sobre el EZLN, las autodefensas en Guerrero y la guerra de Irak, y sus personajes con rostros rayados hacen referencia a la pérdida de identidad de los migrantes.

“En algunas piezas me remito a la poesía; me gusta mucho José Emilio Pacheco. Hay artistas que tocan un tema y lo gastan hasta que ya no se pueda más. Yo trato de tocar un tema y después retomarlo, pero ya con otra perspectiva”, explica Ezequiel Ortega. 

LAS DIFERENTES TÉCNICAS DE EZEQUIEL ORTEGA

Para Ezequiel Ortega, ser artista es un trabajo de más de ocho horas en el que no se puede estar esperando a que lleguen las musas. Y muchas veces, el proceso es más nutritivo que el resultado. 

“Todo lo romántico que siempre ha existido en el arte siento que ya no es tan válido. Yo estoy aportando algo desde mi perspectiva, que creo que es lo más sincero que puedo hacer porque el mundo del arte está lleno de pretensiones y sabemos que no hay nada nuevo bajo este cielo”, asegura.

Participante de la Bienal Nacional de Artes Gráficas Shinzaburo Takeda 2022, Ezequiel Ortega lo que más trabaja son litografías, por su semejanza con el dibujo.

“En la litografía cuando imprimes se vuelve espejo; lo que está del lado derecho se pasa al izquierdo. Te reta en esa parte”, señala.

Del metal le gusta que además de llevar a cabo el proceso de aguafuerte —la línea— y aguatinta —los grises—, puede usar colores.

“Hay algo que se llama roll-up, que es ponerle una capa delgada de color a la placa y queda como un velo. Es muy interesante”, indica. 

Finalmente, aunque es un proceso largo, trabajar en madera a la placa perdida —tallando la matriz cada que se va a imprimir un color—, le atrae porque lo acerca a lo plástico.

“Me ha costado mucho tener reconocimiento porque no trato temas tan comunes y digeribles. Hay gente que me dice pinta otra cosa, o por qué no haces algo más bonito o con más color. Pero yo siempre he tratado de no traicionar esa parte mía; trabajo los temas que me interesan y de la manera en la que yo quiero hacerlo”, concluye Ezequiel Ortega. 

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