La gráfica mexicana tiene una importancia cultural, social y estética muy significativa. Su historia empezó en 1539, cuando se estableció la primera imprenta en la Ciudad de México. De hecho, ningún país en el continente americano cuenta con una tradición de impresión tan antigua.
Si bien los primeros grabados tenían fines religiosos, poco a poco encarnaron la vida política, social y artística de México. En su consolidación fue fundamental que la Academia de San Carlos, fundada en 1781, incluyera a esta disciplina en su programa de estudios.
Especialmente después de la Revolución Mexicana, los grabados comenzaron a servir a una agenda política democrática. La intención era educar a los mexicanos a través del arte. Para ello resultaba ideal la obra gráfica: era económica, se producía en múltiples copias y se difundía con facilidad.

La obra gráfica al servicio de la población
Uno de los ejemplos más conocidos de la gráfica al servicio de la población tuvo lugar con El Machete. El que fuera el periódico oficial del Partido Comunista, además de presentar gráfica de alta calidad, sirvió para que los artistas Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Xavier Guerrero apoyaran la lucha de las clases populares.
Asimismo, en la década de 1930 la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) hizo de los grabados un arte social. De esta forma, Leopoldo Méndez, Luis Arenal, José Chávez Morado, Pablo O’Higgins, Antonio Pujol y Everardo Ramírez, entre otros, ilustraron libros de texto para la alfabetización de trabajadores.
Para 1937 se creó el Taller de Gráfica Popular (TGP), uno de los colectivos de artistas más duraderos y fascinantes en la historia del grabado. Gracias a éste, volantes, carteles y libros relacionados con la opresión de los trabajadores, se distribuían en las calles.

El grabado oaxaqueño es orgullo nacional
La producción gráfica oaxaqueña ocupa un lugar destacado dentro del rico panorama del grabado en México. No se trata sólo de una expresión artística, sino de un puente entre lo ancestral y lo moderno. También une la protesta con la creación, y lo local con lo global.
Aguafuertes, xilografías, litografías han guiado la proyección internacional del grabado hecho en Oaxaca. Valoradas en el mercado del arte, estas obras forman parte de museos y colecciones privadas alrededor del mundo.
Autenticidad, empleo de técnicas artesanales y temática universal son cualidades de la gráfica oaxaqueña. Sin embargo, son múltiples las razones por las que ésta destaca.
Identidad cultural y preservación de tradiciones
La gráfica oaxaqueña refleja las raíces culturales del estado, fusionando lo contemporáneo con lo indígena. Las obras incorporan símbolos zapotecas, mixtecos y de otras culturas originarias. De esta forma, ayudan a preservar tradiciones visuales a través del tiempo.
A través del grabado, diversos artistas plasman costumbres, mitos, rituales y paisajes de Oaxaca. Con ello contribuyen a mantener viva la memoria colectiva.
Lenguaje de protesta y conciencia social
Mediante técnicas como el linograbado, artistas oaxaqueños han utilizado la gráfica como medio de denuncia y protesta social. Ejemplos notables se dieron durante los movimientos magisteriales de 2006, donde la gráfica sirvió como un arma visual para expresar resistencia.
Talleres como ASARO (Asamblea de Artistas Revolucionarios de Oaxaca) han utilizado el grabado como herramienta de intervención urbana. De ahí que puedan usar el arte para denunciar injusticias sociales y políticas.
Experimentación y producción colectiva
Oaxaca se ha convertido en un centro de producción gráfica, impulsado por colectivos y talleres que fomentan la experimentación técnica y la creación colaborativa.
Talleres emblemáticos como el Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo, se han convertido en referente en la enseñanza artística. También funcionan como espacios para jóvenes artistas, donde la creación colectiva fomenta un sentido de comunidad y da lugar a proyectos multidisciplinarios.

Influencia de grandes maestros
Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Sergio Hernández y Demián Flores, son algunos de los grabadores oaxaqueños que han difundido la riqueza cultural del estado a nivel internacional. Toledo, en particular, jugó un papel clave en la fundación de instituciones dedicadas a la gráfica y a la preservación cultural.
A diferencia de expresiones artísticas más elitistas, la gráfica tiene un carácter accesible gracias a la producción en serie. Su fácil circulación en exposiciones, calles y ferias populares permite que más personas accedan a las obras y que el arte forme parte de la vida cotidiana.