Los pigmentos naturales han sido fundamentales en el desarrollo del arte a lo largo de la historia. Grana cochinilla, azul ultramar, verde de tierra, ocre, negro de carbón y blanco plomo son algunos de los más conocidos.
Obtenidos a partir de minerales, plantas, animales y otros recursos naturales, estos colorantes han sido utilizados por grandes artistas en diferentes culturas y épocas.
LA CONQUISTA DE LA GRANA COCHINILLA
Altamente valorada por su capacidad para producir un rojo intenso, la grana cochinilla ha jugado un papel significativo en el arte. Para muestra El dormitorio en Arlés, de Vincent van Gogh; La deposición de Cristo, de Tintoretto; Cabeza de Cristo, de El Greco, y Buenos días señor Gauguin, de Paul Gauguin.
De origen prehispánico, este pigmento se obtiene de los insectos Dactylopius coccus que parasitan los nopales. Con él, aztecas y mixtecos teñían textiles, pinturas y códices. Era un producto de lujo que empleaban en la vestimenta de élite y en ofrendas religiosas.
Tras la llegada de los españoles, la grana cochinilla fue el segundo producto más exportado de la Nueva España, después de la plata. Se enviaba a Europa, donde apreciaban su durabilidad e intensidad. De hecho, artistas como Rembrandt y Rubens pintaban con ella. Además, se empleaba en la fabricación de tapices, telas y cosméticos.
En Oaxaca, este pigmento considerado patrimonio cultural sigue siendo esencial para darle color a textiles, alebrijes y otras artesanías. Su producción y uso se han transmitido de generación en generación, manteniendo viva una tradición ancestral. La grana cochinilla es testimonio de la rica historia y habilidades de las culturas mesoamericanas. Asimismo, es un ejemplo de cómo un recurso natural puede ser tan apreciado por su belleza y versatilidad en diferentes formas de expresión artística.

OTROS PIGMENTOS NATURALES AMPLIAMENTE UTILIZADOS EN EL ARTE
Los pigmentos naturales han aportado una rica paleta de colores a las obras de arte. Además, han llevado consigo una carga cultural y simbólica significativa. De esta forma, reflejan las técnicas y tradiciones de las civilizaciones que los han utilizado.
Amarillo de ocre. Similar al ocre rojo, se obtiene de arcillas que contienen óxidos de hierro hidratados. Es uno de los pigmentos más antiguos y utilizados por su durabilidad y resistencia a la decoloración.
Azul maya. Compuesto de índigo y arcilla paligorskita, fue usado por culturas mesoamericanas en murales, cerámica y códices. Lo distinguen su estabilidad y resistencia al desgaste. Así, mantiene su brillantez a lo largo de los siglos.
Azul ultramar. Este profundo tono azul se obtiene del lapislázuli, una piedra semi preciosa que se encuentra sobre todo en Afganistán. Fue uno de los pigmentos más caros y valorados durante la Edad Media y el Renacimiento.
Blanco de plomo. Proviene de la corrosión del plomo con vinagre y dióxido de carbono. Fue el pigmento blanco más utilizado en la pintura occidental hasta el siglo 19. Sin embargo, debido a su toxicidad ha sido reemplazado por pigmentos menos peligrosos.
Negro de carbón. Este es uno de los pigmentos más antiguos. Se obtiene quemando materiales orgánicos, como madera, huesos o marfil, en ausencia de oxígeno. Su tono negro profundo ha sido fundamental en el dibujo y la pintura.
Ocre. Obtenido a partir de minerales de óxidos de hierro, este pigmento terroso presenta varias tonalidades, desde amarillo hasta rojo y marrón. Ha sido utilizado desde la prehistoria en pinturas rupestres.
Rojo de cinabrio. Vibrante color rojo que se obtiene del mineral cinabrio, un sulfuro de mercurio. Fue ampliamente utilizado en la antigüedad y durante el Renacimiento en la representación de elementos ricos y poderosos.
Siena y umber. Estos dos marrones se obtienen de tierras que contienen óxidos de hierro y manganeso.Tanto en su forma natural como quemada, fueron muy usados durante el Renacimiento para tonos de piel y sombras.
Verde de tierra. Extraído de minerales como la celadonita y la glauconita, fue favorito en la pintura medieval y renacentista. Se trata de un color terroso y apagado, que se empleaba tanto en fondos como en paisajes.
Con la llegada de los pigmentos sintéticos en el siglo 19, muchos de estos pigmentos naturales fueron reemplazados. Sin embargo, siguen siendo valorados por artistas que buscan autenticidad y conexión con las tradiciones históricas.