Avelino Hernández transmite exuberancia y solitud

En 2001 Avelino Hernández tuvo su primer contacto con los manglares, el tema que desde entonces desarrolla en sus óleos. Primero lo hizo por puro gusto, después para destacar el valor de estos ecosistemas que no deja de investigar.

“El mangle es una planta con muchísimas bondades; uno de los principales eslabones de la cadena alimenticia. No soy ecologista, pero sí es muy importante saber qué hace y cómo ayudar a preservarlo”.

Las obras de Avelino Hernández tienen hasta cuatro capas de color superpuestas, como escamas. El tiempo de secado del óleo le permite irlas construyendo con detalle y texturizar más la parte del agua y el mangle.

“A veces tengo una idea y la dibujo; empiezo a manchar y de ahí va saliendo. Algunos cuadros son de memoria, otros más estudiados”, comenta este artista nacido en San Bartolo Coyotepec en 1979.

“Cuando pinto es como un momento conmigo mismo, como una desconexión. Siempre me imagino que estoy en una barca solo, o con mi papá o mi esposa, admirando esa inmensidad. Estamos ahí tranquilos, disfrutando las aguas quietas, el silencio”.

Esa serenidad también se percibe en su taller. Para pintar, Avelino Hernández pone música tranquila sin letra: new age, ambient, lounge, bossa nova, electrónica con influencias de jazz, clásicos de piano.

El misterio de tu interior

UNA CARRERA ARTÍSTICA QUE EMPEZÓ EN PREESCOLAR

Avelino Hernández gusta de los pintores expresionistas e impresionistas clásicos, del trabajo escultórico de Alberto Aragón y de los hermanos Javier y Jorge Marín, de los paisajes de Jorge Obregón y Abelardo López, de la propuesta Manuel Felguérez y del grabado de Daniel Barraza. Admira y reconoce una obra muy trabajada, en la que es notorio el empeño que el artista puso en ella.

Él mismo es muy dedicado en su quehacer artístico. En preescolar usaba más cuadernos que sus compañeros porque no paraba de dibujar con gran entusiasmo. Sus profesores de primaria lo subían en una silla para que alcanzara el pizarrón y pudiera dibujar un detallado aparato digestivo, por ejemplo. Disfrutaba ver las ilustraciones de los libros de texto y trataba de imitar el uso del color.

Seguro de sus intereses, Avelino Hernández eligió la materia de dibujo técnico tanto en secundaria como en preparatoria, donde gozaba dibujar tornillos y engranes. Así, al elegir carrera no tuvo duda: artes plásticas en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

“En esa época era una instructoría, no había licenciatura. El grabado fue la disciplina que más me atrajo, sobre todo en metal. Quería yo hacer tonos medios, entonces conocí el aguatinta y el aguafuerte. Era un desafío porque no había una enseñanza enfocada en ello”, recuerda.

Imperturbable serenidad

EL GRABADO EN LA VIDA DE AVELINO HERNÁNDEZ

Al tiempo que cursaba la universidad, Avelino Hernández impartía talleres de experimentación plástica para niños en el Museo Estatal de Arte Popular de Oaxaca en San Bartolo Coyotepec. Ya graduado, fue asistente de Shinzaburo Takeda, quien había sido su profesor, y siguió aprendiendo de él técnicas como la mezzotinta.

“Me regaló unas plaquitas graneadas que me trajo de Japón. Se portó muy cuate. A todos nos regalaba acuarelas, pinceles, varias cosas. Nos procuraba mucho en ese sentido”, asegura.

Sin poder comprar más placas graneadas, Avelino Hernández hizo sus propias herramientas con metales y fierros. Pero granear a mano implica tanto trabajo que lo dejó. Entonces el maestro Takeda lo invitó a pintar con él un mural en el cielo raso del paraninfo de la Escuela de Derecho.

“El primer ayudante era Enrique Gijón, el segundo ayudante yo y el tercer ayudante Jesús Martínez. La mayor enseñanza que tengo del maestro es cómo hacer los colores. Lo que me gusta de su color es que no es tan brillante, tan directo del tubo. Yo quería colores que no podía lograr fácilmente y él me decía qué agregarles”, dice.

“Ahora les bajo el brillo con sombras, con tonos muy pardos, verdes olivos, tierras. Con eso hago mezclas y logro colores como de mañana o de tarde. Del maestro tomé esa influencia y dejé el grabado para avanzar en la pintura. De que me gustaría volver a hacer grabado, por supuesto”, agrega.

REBELDÍA CON CAUSA

En la universidad, la mayoría de los compañeros de Avelino Hernández pintaba temas tradicionales de Oaxaca, mientras que él se concentraba en paisajes nocturnos, escenas de muelles, barcos.

“El maestro Takeda me decía ¿pero por qué pintas eso? Trató de hacerme cambiar un poco hasta que entendió que mi principal influencia era el belga Frans Masereel”, menciona.

“Lo primero es creer en uno. Decidí hacer lo que me gusta y lo que me sale mejor porque eso es lo que estoy sintiendo. Y nunca me bajé de eso. No por rebelde, sino creyendo en que lo que hacía podía dar un buen resultado”, sentencia.

Por otro lado, jamás hizo caso al “te vas a morir de hambre de pintor”. Avelino Hernández tenía claro que podía asegurarse un ingreso mediante diversos empleos, y con ello contar con mayores recursos para producir su obra. Actualmente trabaja en el Hospital de la Niñez los fines de semana y de lunes a viernes se dedica a pintar.

“Admiro la valentía y sagacidad de quienes se han dedicado por completo al arte, que no han tenido ningún otro trabajo y lo están logrando. El mayor reto es continuar aun con las adversidades económicas. Hubo días que no pintaba, que no tenía material, hasta meses, pero pues juntándole de poquito en poquito. Mi papá me enseñó a hacer mis bastidores porque no los podía comprar”, confiesa.

Avelino Hernández, que ve el paisaje de con detenimiento, lleno de vida, le transmite al espectador la belleza, exuberancia e importancia de la naturaleza, así como el placer de estar a solas con uno mismo.

“El arte nos hace ver que todo tiene un punto bello, que todo puede funcionar de alguna manera. Transmite emociones y despierta la sensibilidad del ser humano, por ello es necesario para todos. También es una medicina; digo esto porque a veces se sufre al pintar, como cuando una madre pasa por un dolor para dar a luz a su hijo. Por eso el arte siempre tiene que ser mostrado”.

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